Las etapas por las que pasa una pareja van afianzando la relación y permiten que crezcan en la medida en la que son superadas.

La evolución de la pareja en su relación, desde que se conocen hasta el momento en que formalizan su unión y continúan en el camino de la vida, tiene una serie de cambios significativos que influyen en su desarrollo y estabilidad. Los ciclos de vida por los que pasa el ser humano hacen parte de ese avance que entre dos, tiene distintos niveles de complejidad según el carácter, los intereses y las costumbres de cada uno.

De acuerdo con la doctora Ángela Gómez de Moreno, psicóloga de la Universidad Javeriana y especialista en el tema, “estas etapas pueden definirse como momentos en los que evoluciona la pareja, cambios en la situación de la relación como el hecho de irse a vivir juntos o la llegada de los hijos. Sin embargo, no necesariamente se tienen que dar en todas las relaciones. La personalidad de ambos influye en el manejo de cada etapa y de las crisis que la pareja afronta en el transcurso de su relación”. Es importante que existan estas etapas porque permiten afianzar la relación y crecer en la medida en que sean superadas. Conocer al otro y ver la dificultad como una oportunidad, es un aspecto fundamental para el desarrollo positivo de los dos.

Las circunstancias varían dependiendo del contexto y “pensar la relación enmarcada en etapas específicas no es la realidad, todas son diferentes. Cada pareja está compuesta por dos personas con personalidades propias, que entran a una relación única”, comenta la doctora Gómez. Hablar de tener una vida para compartir entre dos tiene múltiples acciones que deben mirarse desde la perspectiva de cada uno enfocado a ambos.

La evolución depende del tiempo que haya para espacios compartidos, del apoyo mutuo y sueños en conjunto. De aprender a comprender, ser cómplices, amigos y ver al otro desde lo que es sin quererlo cambiar. “Es muy importante el respeto mutuo, el compromiso frente al otro, la responsabilidad que cada uno tiene en la relación. El saber negociar en el momento de presentarse el conflicto, el escuchar al otro no solo en lo que dice sino en lo que expresan sus actuaciones, en ponerse en el lugar del otro, ser coherente entre lo que se promete y se vive”, afirma la especialista.

Una relación de pareja es feliz en la medida en que ambas personas sean felices estando allí. Llenar a través del otro las necesidades de cada uno no permite que fluya, puede hacer que se estanque. Se trata de disfrutar de la compañía y apoyarse en proyectos que se piensen en común. Debe haber espacios para la comunicación y mediar las situaciones cuando haya disgustos. “Siempre se deben expresar las molestias, reconocer los errores, no evitar los problemas sino enfrentarlos, porque dejarlos quietos para evitar el conflicto hace mucho daño. En la relación, lo de uno es igual de importante a lo del otro y es necesario que cada cual pueda tener su espacio para realizarse como persona conservando el mundo propio además del común”, sostiene la doctora Gómez.
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Es fundamental no olvidar que se es pareja, sobre todo para la felicidad de la relación. Durante su evolución, enfrentan crisis que deben manejar de manera objetiva. Cuando llegan los hijos, por ejemplo, se empieza a compartir el espacio con ellos y de acuerdo a como se ajusten a este cambio, la pareja puede continuar creciendo en el camino de la vida. También existen crisis personales como cambio de décadas, pérdida del trabajo, traslados a otras ciudades, pérdida de un hijo, enfermedades, crisis de la edad madura o la jubilación. En general, momentos difíciles en la vida que pueden generar un desbalance en la pareja y dependiendo de la forma en que la enfrenten pueden continuar cada vez más fortalecidos o acabar separándose.

“En la relación de pareja existen crisis y no necesariamente en momentos específicos. Cuando se empieza a confrontar la relación, a sentir que algo falta, la comunicación se afecta y el entusiasmo baja para dejar entrar el aburrimiento. Se empieza a afectar la intimidad de la pareja, el nivel de tolerancia hacia el otro disminuye y se genera cansancio emocional”, afirma la especialista. El enamoramiento no es una sensación constante que dura toda la vida. “Puede volverse costumbre cuando se les olvida a uno o a los dos que hay que estar en permanente conquista del otro. La idea es no dejar que la magia se acabe por la rutina del diario vivir. Hay que reinventarse permanentemente para no caer en esa costumbre”, concluye la doctora Gómez.

Si se pudieran definir etapas en una relación de pareja serían las siguientes:

  1. El amor apasionado: cuando la pareja comienza su relación, cada uno tiene idealizado al otro y a la relación misma. Todo es perfecto. Ideal, generalmente se trata de no entrar en conflicto con el otro.
  2. En la medida que el tiempo va pasando, la pareja se va afianzando en su relación, se ve al otro ya no como la persona perfecta sino como en realidad es y empieza a entrar el conflicto dentro de la relación y con él, los ajustes dentro de la misma.
  3. Luego empieza la convivencia que pasa por la etapa de transición y adaptación al nuevo sistema de vida. Se trata de dos personas que empiezan a convivir y cada una viene de sistemas de vida diferentes. Para organizar un “nosotros” es importante aprender a negociar y a dialogar en los desacuerdos.
  4. Cuando llegan los hijos la pareja pasa por otra etapa de parentalidad donde la relación necesita reacomodarse en los nuevos roles de padres sin ir en detrimento del rol pareja.
  5. Viene la etapa de la crisis de la edad madura cuando se empieza a sentir que se está perdiendo la juventud y el atractivo. Se entra a una crisis personal alrededor de los 45 a 50 años. Ahí es importante ver cómo la pareja ha aprendido a solucionar sus conflictos y crisis anteriores, qué tan afianzados están en su relación para superar esta etapa y lograr estabilidad en la relación.
  6. Cuando los hijos se van de la casa viene la etapa del nido vacío que es el reencuentro de la pareja como tal. De ahí la importancia de haber buscado espacios de pareja para siempre haber estado revitalizándola, para que llegado este momento no se encuentren frente a un desconocido, pues en su rol de padres se olvidaron del estar en permanente reencuentro del otro.
  7. La última etapa es de la madurez, vejez y muerte.

Fuente: Revista MedPlus
ED 91
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