Has conocido a alguien y.. ¡saltan chispas! La sensación es increíblemente buena pero tienes dudas sobre si será un rollo de una noche o puede ser algo más.
Deja de darle vueltas a la pregunta del millón: «¿Sólo le interesa acostarse conmigo?». Así no llegarás a ninguna parte. Además estás desperdiciando el tiempo y puede que perdiéndote muchas otras cosas.
Lo que tienes que hacer es dejar de darle vueltas a lo mismo una y otra vez: «¿Realmente le intereso? ¿Podría ser el adecuado? ¿Estará listo para una relación ‘seria’?».
Si quieres saber la verdad, compórtate con naturalidad e intenta focalizar tu atención (y los cinco sentidos) en la persona que tienes delante. No hace falta que digas nada, no tienes que hacerle preguntas incómodas ni ponerle a prueba.
Es mucho más sencillo que todo esto: basta con que le mires.
Fíjate bien en sus ojos mientras habla, y sobre todo, en la trayectoria de su mirada: ¿te mira a la cara o al cuerpo? Ahí está la clave.
Un estudio bastante reciente afirma que cuando la atracción sexual predomina sobre el sentimiento de amor romántico, la mirada tiende a desplazarse hacia el cuerpo, porque es dónde está la meta o el objeto de deseo.
De manera que, cuando hay contacto visual (te mira directamente a los ojos o al rostro), esa persona podría estar interesada en mantener una ‘relación romántica’. Pero si te mira más el cuerpo, él o ella siente deseo sexual.
Es algo muy fácil de detectar. Sólo hay que estar atento. Seguramente lo has experimentado antes y no has reparado en ello.
Si lo piensas, seguro que alguna vez te has sentido observado, como si te hubieran desnudado con la mirada.
Es un acto involuntario e incontrolable que se hace sin querer. Ocurre tan rápido que apenas te darás cuenta, a menos que estés atento.
No lo olvides: El rostro se asocia con el “amor” y el cuerpo con el “deseo”. ¡Lo que suceda después ya es cosa tuya!
Fuente: yahoo.es