El exalcalde de la capital de la corrupción anda en una caravana de buses llenos de supuestos seguidores “pagados” (lo que hace dudoso que sean convencidos), para hacer bulto y en algunos casos llenar espacios públicos de los que se apropia sin cumplir con las normas vigentes para realizar este tipo de eventos; lo peor es que se atreve a desafiar a las autoridades legítimas, sin sonrojarse y haciéndose la víctima para hacerlos. Ese comportamiento delictivo es la constante en su vida privada y pública. Aquí cabe el dicho de que “Vaca Ladrona No Olvida el Portillo”.

Tiene un pasado demasiado oscuro y un presente que lo demuestra. Ha sido subversivo siempre, se sigue comportando como tal y aunque las personas tienen derecho a cambiar el rumbo de su vida, parece que en este caso en especial su actitud contestataria e irracional se ha acentuado, posiblemente envalentonado por el mensaje mentiroso de unas encuestas imperfectas que lo dan como el más opcionado ganador del primer cargo público del país.

Con lo sucedido en Medellín se hizo acreedor a un arresto que no se ejecutó por un falso respeto a unas actividades proselitistas de un individuo que sin lugar a dudas, nunca ha debido alcanzar las calidades de congresista, alcalde y ahora candidato. Su comportamiento es de agresivo, desafiante y delictivo, eso le impide mostrarse como un estadista idóneo para dirigir los destinos de la nación.

El pensamiento con el deseo de muchos candidatos los lleva a cometer errores de cálculo en sus apreciaciones y toman decisiones que los pueden conducir al fracaso en sus aspiraciones. Son tan infantiles algunas de sus afirmaciones que antes que originar apoyo, se convierten en motivos de burla.

El señor de la Calle en una entrevista a un medio afín al espurio y siguiendo la moda de que aquí todo lo que sucede es culpa del Centro Democrático o de su mentor, afirmó que la “ventaja” de Petro en los resultados de las encuestas se debe al accionar de la oposición a las ejecutorias del peor presidente de Colombia en toda su historia. Se atreve a manifestar que, por destapar la inoperancia, la corrupción y el desgobierno que ha sufrido el pueblo colombiano en estos casi 8 y larguísimos años de mermelada a manos llenas para garantizar una gobernabilidad mentirosa, la izquierda ha ganado terreno.

Parece que se contagió de esa enfermedad que padece la justicia en donde, acorde con sus principios de actuar según el estímulo monetario, el acusado o causante de todo lo que ha pasado en Colombia en los últimos años es Uribe.
En la última encuesta contratada por un medio adicto a la mermelada corruptora, aparece que el Candidato del Centro Democrático para participar en la consulta interpartidista de lo que les dio por llamar de la derecha, alcanzó al puntero en una remontada veloz y constante en la opinión favorable de los electores.

Deben andar muy preocupados esos áulicos del espurio porque, a pesar de las trapisondas, los arteros ataques, los infundios orquestados por los diversos carteles o mafias enquistados en los medios y las cortes que menudean a diario para minar la opinión favorable de los colombianos hacia el Presidente Uribe, las ideas que ha mantenido desde siempre, sus intenciones y sus copartidarios están vigentes y la aceptación es creciente y alcanzará la gran mayoría. Muchos extranjeros profesan admiración ante un pueblo que tiene los actuales niveles de desarrollo a pesar del accionar entorpecedor de unos pocos violentos y lo acrecentaron cuando tuvimos al mandatario de la seguridad democrática.

Lo que piensan los extranjeros lo concreta el pueblo colombiano al acompañarlo en su trajín político.
El pueblo colombiano nunca ha sido estúpido, es tranquilo en general y la violencia que hemos padecido se ha debido a unos pocos radicales y extremistas que han pretendido torcer la democracia para llegar al poder e imponer unas ideas caducas, que antes que beneficiarlo lo degradarían a la calidad de pordioseros, como viven actualmente en Cuba y Venezuela y se vivió en los países que por errores garrafales, permitieron que se entronizaran esas ideologías que propician la pereza y supuestamente reparten, sin merecimientos, los recursos igualitariamente entre todos.

Como es y ha sido inteligente, esas luchas y esas ideas extrañas y falaces no tuvieron eco hasta que llegó un megalómano y mitómano individuo al poder y les dio estatus de contradictores políticos legítimos y los encumbró a posiciones que han sido rechazadas por el plebiscito del 2 de octubre de 2016 y ahora en las campañas en donde los reciben con tomates, huevos y piedra en algunas ocasiones.

El exalcalde ya ha vivido el rechazo y este se irá extendiendo paulatinamente a medida que el pueblo entienda que es una extensión real y fáctica, de las ideas que supuestamente enarbolaron los narcoterroristas para mantener a Colombia en ese estado de violencia terrorista que ha impedido un mayor desarrollo armónico y continuo.

En resumen: en las campañas políticas actuales hay mucha tela para cortar y demasiada para desechar.

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Redacción Minuto30

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