Fotografía facilitada por editorial Anagrama de la escritora Caitlin Moran que presenta hoy en Barcelona de su sobra "Cómo se hace una chica". EFE

La escritora Caitlin Moran nunca deja indiferente. En la presentación hoy en Barcelona de «Cómo se hace una chica», pronunció unas cuantas frases antológicas. No es gratuito que digan de ella que es la «reina inglesa de la hipérbole».

Fotografía facilitada por editorial Anagrama de la escritora Caitlin Moran que presenta hoy en Barcelona de su sobra "Cómo se hace una chica". EFE

Fotografía facilitada por editorial Anagrama de la escritora Caitlin Moran que presenta hoy en Barcelona de su sobra «Cómo se hace una chica». EFE

Participante en el festival «Primera persona», hoy compareció ante los periodistas junto a Kiko Amat, uno de los organizadores del evento, y del editor de Anagrama, Jorge Herralde, para hablar de su última novela, en la que sigue indagando en las interioridades del universo femenino con su característico humor corrosivo y procaz.

En la obra, de la que está escribiendo un guión cinematográfico para una película que dirigirá Danny Boyle («Slumdog Millionaire»), cuenta las andanzas de una adolescente gordita, hija de una familia numerosa, con una economía precaria, que acaba siendo crítica musical de una revista londinense, un personaje no muy lejano a ella misma, criada en la contracultura, con muchos hermanos y un padre amante de la bebida.

Simpatiquísima, Moran -que hoy está «tremendamente deprimida» por los resultados de las elecciones de Inglaterra y que no sabe si regresar a casa- arremetió contra el cinismo con el que se topa en las redes (tiene más de medio millón de seguidores en Twitter), especialmente entre los más jóvenes.

A su juicio, allí «nada es optimista» y todo el mundo se muestra «muy enfadado y en contra de todo lo positivo».

«Es malo para el futuro que los jóvenes sean cínicos. Eso es como llevar una armadura que les impide crecer y yo quiero con la novela explicarles mi propia forma de ser adolescente y decirles que con cinismo no se llega a ningún buen puerto», apuntó.

Apasionada de la vida, a sus 40 años de edad es sabedora de que puede ser un modelo para otras muchas mujeres, a las que se dirige siempre de forma directa, tocando cuestiones como la masturbación o las relaciones sexuales.

Este mediodía mantuvo que cada mujer debe «aprender a amarse a sí misma» y agregó que es importante «enseñar a las jóvenes que tienen derecho a decir que sí y también a decir que no», ante determinadas propuestas.

Moran, agradecida por las preguntas de los periodistas españoles porque «son mucho mejores que en el Reino Unido, donde me preguntan principalmente por la masturbación», subrayó que no le importaría ser consejera de chicas que se encuentren un poco perdidas, porque «ofrecerles un buen modelo es la solución».

«Mi plan es que cuando tengan problemas vengan a mí. Soy la tía sexy, sucia y marrana que les enseñará todo aquello que quieren saber».

Ella, que aprendió a leer en casa, afirma contundente que la cultura es la salvación, porque tiene más impacto que la política, a la vez que indica que la «revolución es divertida».

En este punto, es favorable a cambiar el actual sistema social y político en favor de otro que apueste por la igualdad. «Es hora de empezar a cambiar seriamente el mundo», apostilla.

En pleno trabajo de escritura del guion de la película, ejerciendo de madre de dos hijas de 12 y 14 años, en septiembre iniciará la segunda novela de lo que quiere ser una trilogía con Johanna Morrigan, la protagonista de «Cómo se hace una chica», de hilo conductor.

Si en esta primera parte el lector la conoce en su adolescencia y con el empeño de convertirse en adulta, fumando, bebiendo y probando el sexo con todo tipo de hombres, en la segunda parte la verá inmersa en la fama y las relaciones sociales y habrá «porno del duro, no sexo del malo como en ésta».

En la tercera novela de la saga, esta conocida crítica musical y televisiva inglesa quiere abordar cómo cambiar el mundo, con los personajes veinte años mayores y que acaben montando un partido político para transformarlo todo.

Moran, una feminista nada al uso, que no puede parar de hablar, sostiene que una persona, aunque apenas haya tenido recorrido escolar, pero que sea lista y con ganas de implicarse, «puede cambiar el mundo». Barcelona, 8 may (EFE) | Irene Dalmases

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