Ciudades como Bogotá y Medellín distan todavía de llegar a ser las llamadas smart cities, que logran aplicar las nuevas tecnologías de las comunicaciones y ser ambientalmente sostenibles.
smart cities

Según Fabio Zambrano, profesor titular del Instituto de Estudios Urbanos de la U.N. (IEU), estas ciudades también se preocupan por construir capital humano y mejorar las redes de comunicación entre sus habitantes.

El concepto se refiere a las que aplican nuevas tecnologías de las comunicaciones (TIC) –telefonías, redes informáticas y servicios de internet– para obtener mayor eficiencia en capital humano, inversión social e infraestructuras y alcanzar una mejor calidad de vida y sostenibilidad ambiental.

La conectividad aparece como un medio para construir la ciudad inteligente. También las ciencias sociales informáticas surgen para pesar, medir y cuantificar la sociabilidad humana, gracias a las huellas dejadas en internet y a las redes de telecomunicaciones.

El surgimiento de infraestructuras invisibles permite más precisión al cuantificar las relaciones sociales. “Así se pueden registrar las huellas, pero no la dirección que seguirán las sociedades, todavía nos falta discernir para dónde van las ciudades inteligentes y qué van a hacer sus urbanitas, cada vez más inteligentes”, sostiene el profesor Zambrano.

A estas ciudades también se les llama sensibles, debido a la aplicación de sensores para monitorear el uso de las infraestructuras urbanas y lo que sucede en su entorno, con el fin de gestionar mejor los recursos.

Las infraestructuras inteligentes, todas invisibles, permiten un uso más eficiente de las visibles. En Estocolmo, por ejemplo, se creó un sistema de tráfico inteligente con la imposición de una tasa de congestión para acceder al centro, mediante tarjetas de radiofrecuencia y cámaras de video que registran las matrículas.

De esta manera, el tráfico disminuyó en un 20 % y se incrementó en 40.000 el número de pasajeros en el transporte público,  generando 71 millones de euros a la ciudad en el 2009.

El agente de cambio se encuentra en internet, el motor más poderoso de las transformaciones en la historia contemporánea. Según el experto, este invento puede generar un cambio en la taxonomía utilizada para clasificar los estadios de la evolución urbana.

“Se argumenta que estamos ante un proceso de innovación disruptiva, que transforma los inventos de la ciudad industrial, pero que aún dista de un cambio revolucionario de paradigmas urbanos”, observa el docente del IEU.

Como ejemplo está el caso de Medellín, declarada la ciudad más innovadora del mundo por City Group y Wall Street Journal en 2013. El experto asegura que la distinción se basó en innovaciones aplicadas en movilidad. No obstante, agrega que “si se comparan estos avances en el transporte público con los resultados en las pruebas de evaluación de los estudiantes, lejos se está en la construcción de capital humano”.

Así también expone la situación de Bogotá, que mientras en las ciudades con etiqueta de inteligentes se han lanzado a la instalación de sensores como los aplicados en los semáforos para la mejor regulación de los flujos vehiculares, en la capital, al contrario, luego de casi una década, no se ha logrado concluir una licitación para cambiar los bombillos de estos aparatos.

De manera simultánea, se ha extendido la red invisible de 4G y en poco tiempo se verán transformaciones sustanciales en la forma de ejercer las sociabilidades, pero sin políticas públicas que las acompañen para su aplicación en las infraestructuras.

Por último el profesor Zambrano asegura que pronto se tendrá el bache que surge de contar con el “internet de las cosas” y la notoria ausencia de la aplicación de estas innovaciones en la construcción de capital humano, que permita una mayor calidad de vida de los urbanitas.


Fuente: agenciadenoticias.unal.edu.co

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